Un profesor de Biología conducía un proyecto de investigación sobre la reproducción de diversas especies marinas en una región costera del sur del Perú. Para esto había convocado la participación de tres jóvenes que llevaban uno de los cursos que él dictaba en la Universidad sede del proyecto.
Con el apoyo de los estudiantes, el profesor logró conformar una extensa base de datos sobre varias especies acerca de las cuales aún había poca información en la literatura científica. Es así que, luego de escribir un paper reportando los resultados de un primer análisis, en coautoría con los jóvenes, los alentó a realizar ellos mismos sus propios análisis sobre variedades específicas de la fauna marina comprendida en el trabajo, ya que él tenía otras obligaciones que le restaban tiempo para trabajar más a fondo con la base de datos.
Al año siguiente, el profesor fue convocado por su Universidad para formar parte del Jurado Evaluador en un concurso para el otorgamiento de fondos destinados a nuevas investigaciones en Biología Marina. Cuando revisaba las propuestas anónimas enviadas al concurso, se interesó especialmente por una que planteaba desarrollar un nuevo método para calcular los volúmenes aproximados de los cardúmenes de peces de determinada especie, en función de las estaciones climáticas. Al revisar más detenidamente la propuesta, encontró que los análisis programados parecían estar basados en la información que él mismo había recopilado junto a sus estudiantes, por lo que intuyó que muy probablemente esa propuesta había sido elaborada por uno de ellos.
Antes de entregar su evaluación al Presidente del Jurado, decidió llamar a sus ex-estudiantes para averiguar si alguno había enviado ese proyecto al concurso, confirmado así que, efectivamente, uno de ellos era el autor. Se trataba de un joven que había ingresado a un programa de postgrado, y que se proponía trabajar el tema para su tesis de Maestría. Pero además, este joven le comentó al profesor que en un inicio no sabía si enviar o no el proyecto al concurso, pero se decidió a hacerlo al enterarse por un compañero sobre la posible conformación del Jurado Evaluador. Entonces, el profesor se dirigió al Presidente del Jurado, le informó de la situación y le comunicó su decisión de inhibirse de evaluar esa propuesta. El Presidente aceptó su pedido y le agradeció el gesto.
Llegado el momento de sumar los puntajes obtenidos por los proyectos y determinar cuáles serían favorecidos con el financiamiento, resultó que el del joven ex-estudiante del profesor no había alcanzado el puntaje necesario, aunque por muy estrecho margen.
Al principio, el joven se mostró sorprendido por los resultados del concurso, pues confiaba en que con una evaluación positiva del profesor tendría muchas posibilidades de obtener el financiamiento. Pero luego, cuando el profesor habló con él y le contó que se había inhibido de evaluar su trabajo, se sintió “decepcionado”. No obstante, cambió de actitud una vez que el profesor le explicó el porqué de su decisión y le ofreció su apoyo para mejorar la propuesta y someterla a un nuevo concurso.
*Caso ficticio